CARACTERIZACIÓN DEL RIESGO POR CAFEÍNA DERIVADO DEL CONSUMO DE BEBIDAS ENERGÉTICAS

Autores

Carmen Rubio Armendáriz, Elena Bethencourt Barbuzano

Grupo de Investigación en Toxicología Alimentaria y Ambiental, Universidad de La Laguna

Resumen

Formuladas a base de cafeína (1,3,7-trimetilxantina) como ingrediente principal, las bebidas energéticas (BE), incorporan, habitualmente, otros ingredientes activos como taurina, L-carnitina, D-glucuronolactona, guaraná, ginseng y vitaminas del grupo B, entre otros.
Consideradas ejemplo y éxito de la adaptación de la industria alimentaria a la demanda de los consumidores, las BE con sus atractivos envases y efectos estimulantes ocupan infinitos metros lineares de los establecimientos distribuidores y comercializadores a pesar de permanecer sin denominación ni reglamentación específica por lo que el término bebida “energética” debe considerarse una designación comercial y no un término legal.
Sus consumidores responden a perfiles diversos entre los que destacan los adolescentes, deportistas y gamers. En los perfiles citados gozan de una excelente aceptación y una baja percepción del riesgo. No están recomendadas en niños, mujeres embarazadas o en periodo de lactancia. Las motivaciones que llevan a su consumo son múltiples pero suelen atender más a la búsqueda de sus efectos antifatiga, psicoestimulantes y de vigilia que a su valor nutricional. Es por ello que se mantiene la controversia sobre su papel límite entre alimento y sustancia psicoactiva con potencial adictivo. Su consumo combinado con bebidas alcohólicas es una tendencia ya instaurada en los botellones llegando a reemplazar a muchos de los refrescos tradicionales.
Mientras crece su popularidad aumenta la preocupación por la evidencia de sus efectos negativos. Su consumo excesivo deriva en la exposición de los consumidores a altas dosis de sus ingredientes psicoactivos y a los riesgos derivados de ellos, como trastornos del sueño (insomnio y latencia del sueño), afectación de la cognición, la atención y la memoria, trastornos psicoconductuales como nerviosismo, irritabilidad y ansiedad, o incluso ataques de pánico, efectos cardiovasculares tales como arritmias, hipertensión y palpitaciones, además de náuseas, vómitos y micción frecuente. También se asocian a dependencia física, tolerancia e incluso síndrome de abstinencia y se ha argumentado que su consumo habitual puede servir como indicador del uso de otras sustancias de abuso y otras conductas de riesgo.
La Autoridad Europea en Seguridad Alimentaria (EFSA) asocia la ingesta de 3 mg cafeína/kg p.c./día como el consumo responsable de efectos adversos generales para la salud (efectos cardiovasculares y hematológicos, neurológicos y psicocomportamentales) y la ingesta de 1,4 mg cafeína/kg p.c./día como el consumo asociado a alteraciones del sueño (latencia del sueño y reducción de la duración del sueño).
La preocupación creciente por evaluar los riesgos sobre la salud se acompaña de un interés por mejorar la gestión y la comunicación de estos riesgos mediante regulación, formulación de políticas integradoras y participativas e implementación de programas de comunicación y educación que mejoren el conocimiento entre los consumidores, de manera que una información rigurosa incremente la percepción de los riesgos y los minimice.