ATENCIÓN SANITARIA A LA MIGRACIÓN

Autor

Pilar Vázquez Santos

Académica de Número

Resumen

«Una patera llena de inmigrantes ilegales atracó en el muelle de contenedores». Así titulaba «La Voz de Lanzarote» su página de sucesos, el 12 de septiembre de 1995.

Por lo tanto, pronto se cumplirán veinte años del comienzo de un proceso social que ha afectado a Canarias, y a otras muchas zonas del globo, de manera palmaria. Desde entonces el fenómeno no ha hecho más que crecer, llegando en ocasiones a situaciones límite, tanto desde el punto de vista social como sanitario. Ello constituye un serio problema real para las Islas, por diferentes motivos:

  1. Por el elevado número de personas que acceden a ellas.
  2. Por la urgencia de asistencia sanitaria de difícil planificación que ello implica.
  3. Por las tragedias y pérdidas humanas que este fenómeno ocasiona.

Merece resaltarse, tal como se ha visto en la noticia periodística arriba mencionada, que, incialmente, a las personas que llegaban se les llamaba «inmigrantes ilegales», denominación que se ajustaba fielmente a su situación. Sin embargo, después, el departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas definió como «migrante», a toda persona que cambie de país o de residencia habitual, incluyendo aquellas que se trasladen o se hayan trasladado a través de una frontera internacional, independiente de su condición jurídica, la duración de la estancia o de otras causas. Es evidente que esta definición entraña una concepción basada en los derechos humanos universales y trata de responsabilizar en parte a los países receptores de su acogimiento y asistencia. El proceso de normalizar la migración presenta múltiples problemas, uno muy especial es la “diversidad en la comunicación interpersonal”, dadas las diferencias de lengua, cultura y formación, así como el desconocimiento de los estilos de vida, de religión, de cultura, de tradiciones, de códigos de salud, alimentación e idioma, del lugar a donde llegan. Todo ello puede desencadenar el denominado síndrome de Ulises, es decir, sentimientos de miedo, desconfianza y soledad, que a veces generan respuestas personales incontrolables, que suponen pésimas condiciones para acceder a la asistencia sanitaria.

En este trabajo, trato solamente de revisar el estado de la situación desde una perspectiva sanitaria. No es un informe exhaustivo, ni de investigación, ni siquiera de denuncia. Expondré en primer lugar, el problema; en segundo lugar me ocuparé de los recursos administrativos para abordarlo; después revisaré algunos problemas sanitarios específicos de la atención a las personas y por último, haré unas sugerencias sobre aspectos que pueden mejorarse.

También debo advertir que a la confección de este trabajo he dedicado horas de contacto con personas implicadas directamente en la cuestión.